El sábado me levanté temprano, me alisté y llegué al lugar de encuentro. Como buenos colombianos, teníamos que parar a comprar mecato (para los que no saben, mecato es lo que se conoce como snacks). Emprendimos nuestro recorrido de aproximadamente 2 horas y media, casi 3 hasta los 12 apóstoles. La vista del camino es absolutamente hermosa, ya que, al estar ubicado al lado del océano, se podían ver las olas llegando a su fin en la arena al lado del camino. Es algo absolutamente hermoso. El día fue lindo, gracias al cielo, ya que nos permitió disfrutar de una inmensidad de colores, muchas gamas de verde, azul y blanco que llenaban todo el exterior del auto.
Entre nuestras múltiples paradas, hicimos una en Split Point Lighthouse. Es un hermoso faro, uno de los muchos que se ven en el camino. Este cuenta con un mirador, dirigido al océano que permite ver la inmensidad del mismo. Es absolutamente hermosa la inmensidad de azul que se alza frente a uno cuando se está allí.
Seguimos con nuestro recorrido, y como era de esperarse, nos entraron unas increíbles ganas de comer. Paramos en el camino a comer una hamburguesa en uno de los lugares más llenos del camino. yo me pedí una de queso azul, y mis compañeros se pidieron de queso o de tocineta. Muy sabrosas, a decir verdad, aunque no de mis favoritas.
Después de quedar más que llenos (quedé tan llena que ni respirar podía), hicimos otra parada en un muelle. Siempre quise ir a uno, y este me dejó impresionada. Era muy largo, y al azul que se veía era mucho más impresionante que el muelle en sí. Se podía ver que en ese lugar se practica mucho la pesca deportiva, porque al final del muelle había una que otra caña de pescar, y en los bordes habían pegatinas con las descripciones de los diferentes peces que se podían encontrar ahí.
Como viajamos en otoño, el frío y el viento que hacía era de otro nivel. Mucho más frío del que he sentido en mi natal Bogotá. Salimos de allí y seguimos nuestro recorrido hacia los 12 apóstoles. Como era de esperarse, me dormí la mayoría del camino. Cuando al fin llegamos, el cielo azul se había oscurecido y pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer. Afortunadamente, fue una muy pequeña lluvia la que cayó sobre nosotros.
Los doce apóstoles es una de las atracciones turísticas más conocidas de Victoria, y es totalmente natural. Es hermoso realmente. tiene miradores por todo lado, y se pueden apreciar las diferentes formaciones rocosas que le dan el nombre al lugar. Al principio eran doce, lastimosamente por motivos también de la naturaleza, varias de las rocas han caído, dejando actualmente solo ocho totalmente erguidas. Pero eso no disminuye nada de la belleza de este lugar.
Voy a concluir diciendo que es algo que vale la pena hacer, es un viaje de esos que se disfruta cuando uno está con amigos, se tiene una buena música para el recorrido y se acompaña de buena comida. Si algún día están en Victoria, no se pierdan la experiencia de conocer un poco más.
Besos,
Natalia.
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